Gobseck. Balzac. Por Diego Cano.

"¿No es la vida una máquina movida por el dinero?"

Esta frase pronunciada por el narrador de Gobseck entraña el núcleo de este breve relato sobre la usura que estoy seguro habrá fascinado al mismísimo Karl Marx cuando lo leyó. Gobseck se queda con la fortuna de los Restaud después de un confuso episodio donde la viuda quema los papeles que protegían su patrimonio del usurero. 

Gobseck ha hecho de la usura un arte, un maniático acumulador de riquezas cuya única idea que lo mueve es: una mayor riqueza. Y Balzac una novela genial de un personaje estereotipado de aquella época. La novela fue escrita en 1830 forma parte de la Escenas de la vida privada de La comedia humana. Un relato lleno de matices y afirmaciones morales típicas de los relatos balzacianos no pierde un ápice de su capacidad narrativa en las descripciones de las escenas, los ambientes, el mobiliario y los personajes. 

"Mi mirada es como la de Dios, veo en los corazones." y otras frases potentes del relato apalancan la narración llena de recovecos. "No me hago ilusiones de encontrar un ángel en la persona de un prestamista." sería como una versión que el juega con niños aparece mojado, sobre el papel triste que hace la viuda de Restaud al dejar a su hijo Ernesto y a ella misma sin el patrimonio que le hubiera quedado en sus manos tras la muerte de su marido. Carlos Pujol afirma que es una novela sobre "los peligros que acechan a las mujeres casadas y las catástrofes a que pueden conducir sus pasiones culpables."

"Conserven sus ilusiones si es que pueden" parecería un epitafio certero sobre las leyes de la codicia y el dinero que imponen sus reglas en esta sociedad. 

Lo que resume el orden de la vida social según el narrador es: "sólo es el mal en la medida en que encarna el sistema que sitúa el dinero por encima de todo". 



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